El ojo rojo (Marta Rodríguez)

Sacudía la cabeza y las piernas descontroladamente. El chaleco sostenía sus brazos. Me acerqué y lo levanté de los cabellos resistiendo los duros golpes que le propinaba a mis tobillos. Me fijó su mirada desorbitada y bramó:
-Quítame este tormento… no seas cruel, dime la verdad: ¿ves el ojo rojo que tengo en medio de mi frente?
-Sólo veo que tienes dos bellos ojos azules.
-¡Maldita seas desalmada! De los tuyos salen centellas ardientes.
Los enfermeros lo llevaron a la habitación. Ataron sus muñecas y tobillos a la cama y lo sedaron tal cual prescribí. En la ronda nocturna vi que dormía exhausto. Irreflexiva, al ver sus enrojecidas extremidades, corté las ataduras. Luego lo cubrí con una manta, acaricié su frente y salí.
Con la tenue luz del amanecer descubrí las rejas forzadas y la cama vacía. Desde la almohada me miraba el ojo rojo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vamos Viejita!!!...Buenisimo. estamos orgullosos de vos.

Te quiero mucho. Martín (El Pajarito).